Un año más las calles de Cáceres me han olido a incienso. Incienso que proviene del paso de unos nazarenos que durante todos estos días han realizado su estación de penitencia con gran esfuerzo e interés.
Sin embargo, más que el esfuerzo y el interés, he podido sentir el fervor de unos cacereños que han trabajado durante todo un año para que sus cofradías se luzcan como mejor saben. A mí todavía me emocionan el sonido de las cornetas y el ¡clack! de las horquillas de los hermanos que cargan los pasos. Pero me emociona aún más el lugar donde se desarrollan todo este derroche de fervor y arte: una gran ciudad monumental perfectamente conservada que hace que la
Semana Santa cacereña me guste cada año, un poco más.
Muy muy bonito, al final nos encanta la semana santa, ya sea en Cáceres o en Sevilla
ResponderEliminarCuento contigo el año que viene ;)